La nutrición puede desempeñar un papel crucial en los problemas de atención y el mejoramiento de la función ejecutiva. Por el contrario, una dieta deficiente a menudo puede conducir a un círculo vicioso de mala toma de decisiones y mala planificación.
La dieta americana común es alta en grasas, alto en sodio y alto en carbohidratos. Los niños y adultos a menudo se saltan el desayuno y a menudo comen en restaurantes de comida rápida. En la dieta americana también se consume mucho más azúcar que en el resto del mundo.
Según Pediatrics, revista oficial de la Academia Americana de Pediatría, los niños con esta dieta típica estadounidense tienen siete veces más probabilidades de tener TDAH. Esa misma investigación ha demostrado que adherirse a una dieta baja en grasas, baja en sodio y baja en azúcar similar a la dieta mediterránea llena de ácidos grasos omega 3, proteínas bajas en grasa y frutas y verduras, puede mejorar la función cognitiva.
El cerebro, mientras que pesa sólo alrededor del 2% del peso corporal total de una persona, consume alrededor del 20% de la producción total de energía de todo el cuerpo. Alrededor de 2/3 de esta energía se utiliza para la neurotransmisión, la capacidad de las células cerebrales para comunicarse entre sí. El otro 1/3 se utiliza para mantener las células cerebrales (neuronas) saludables. Así que saltarse el desayuno no es una buena idea cuando tenemos que ir a la escuela y poner una gran carga de trabajo en el cerebro. El cerebro requiere proteínas para producir sus neurotransmisores. Desayunar con grasas y proteínas saludables es un buen comienzo para el día de la escuela o el trabajo.
Está claro que el cerebro necesita una buena nutrición para funcionar al máximo. Una buena nutrición proviene de una dieta equilibrada baja en azúcar, grasas y comida chatarra. ¿Qué sucede cuando consumimos la dieta alta en grasas, azúcar y carbohidratos? Dado que el cerebro no está recibiendo los nutrientes esenciales que necesita, no puede funcionar al máximo. Esto no solo afecta la atención, también afecta nuestras funciones ejecutivas, en otras palabras, nuestra capacidad para tomar buenas decisiones y la capacidad de planificar. Así que una vez que comenzamos en la espiral descendente de una dieta pobre, llena de refrescos azucarados, el cerebro tendrá dificultades para tomar buenas decisiones para salir de este ciclo continuo de malas elecciones de alimentos.